Trastornos del comportamiento
No resulta extraño que los niños o los adolescentes experimenten dificultades en casa o en el colegio, y que estas se puedan ver reflejadas en su estado de ánimo, en su comportamiento, en su rendimiento escolar, etc. Uno de estos comportamientos suele ser una actividad excesiva, así como dificultades para escuchar o concentrarse. La hiperactividad, que comporta un déficit de atención asociado es uno de los problemas que lleva a muchos infantes y adolescentes a la consulta por medio de la intervención de los padres, maestros o pediatras. El TDAH (Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad) se trata de un trastorno complejo y a menudo mal diagnosticado, ya que su existencia como entidad clínica es discutible.
Por esta razón, nosotros escuchamos atentamente al niño o adolescente y a lo que tiene que decirnos, para no caer en un diagnóstico precipitado y que le etiquete de entrada -con las consecuencias psíquicas, sociales y médicas que puede suponer-.
En todos los casos, empero, se trata de una respuesta patológica del sujeto a tensiones o conflictos que no puede expresar de otra manera y que habrán de ser identificados y trabajados para que pueda librarse de ellos. La conveniencia de medicalizar o no estos trastornos configura uno de los debates más actuales de la psicopatología infantil. Nosotros apostamos por un uso muy moderado y prudente del tratamiento medicalizado y farmacológico, solo en casos que llegue a ser necesario, y combinado sobre todo con los tratamientos mediante la palabra -psicoanálisis, psicoterapia-, ya que estamos convencidos que un enfoque excesivamente biologicista -que atribuye el comportamiento del infante o adolescente a cuestiones neurológicas, por ejemplo- del problema termina cronificando el trastorno en la mayoría de los casos.
La agresividad o el comportamiento agresivo es uno de los demás motivos frecuentes de consulta, que se hace necesario poder diagnosticar y tratar de manera precisa para que no deteriore la vida del individuo o su relación con los demás. El control de impulsos y la tolerancia a la frustración són claves para tener un control de sí mismo sobre las pulsiones agresivas. En todos los casos se trabaja mediante la psicoterapia o psicoanálisis, y si es necesario, con soporte farmacológico.
Otros trastornos del comportamiento también son susceptibles de ser tratados: la mentira patológica, la manipulación, la cleptomanía -robo recurrente-, etc.
Preguntas frecuentes
El TDAH o Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es una categoría nosológica creada en los últimos años y que suele utilizarse bastante a la ligera, especialmente en infantes que se muestran resistentes al aprendizaje o son “nerviosos”. El síntoma de hiperactividad y/o falta de concentración puede hacer referencia a muchos factores, y en la gran mayoría de casos no se trata de una afectación neurológica que requiera medicación con psicofármacos estimulantes tan potentes como el metilfenidato -además teniendo en cuenta la dependencia que generan-. Hay ocasiones en que este diagnóstico viene por parte de la escuela, de logopedia, de pediatría o de profesionales que no tienen relación directa con la clínica psicopatológica, y darle excesiva firmeza puede convertirlo en algo del orden de una sentencia para el infante o la persona. Se hará importante evaluar qué es aquello que el síntoma cifra, que función tiene tal manifestación para el niño o sujeto, y que relación tiene con su historia familiar.
No hay una única respuesta, y esta dependerá de cada caso. De todas formas, hay personas en las que la autolisis sirve para poder hacer un “corte” en la angustia desbordante que experimentan, en un dolor psíquico que no saben o ponen poner en palabras y simbolizar. El hecho de infligir dolor en el propio cuerpo sería en estos casos una tentativa de localizar el dolor en un punto, contrapuesto a la invasión de un real que parecería no tener freno de otra manera. Una marca de goce que limite este río pulsional que el sujeto experimenta. Es por eso que el tratamiento psicoanalítico puede ayudar a poder elaborar este sufrimiento o angustia de una manera diferente y menos autodestructiva, a partir de la estructura simbólica de la palabra y del discurso.
Esto dependerá de cada caso, pero en ocasiones en las que hay una negativa o resistencia, es importante realizar una primera entrevista con los padres o familiares del infante o adolescente, en la cual enfocaremos el caso y os orientaremos en la que creemos que será la mejor manera de plantearle, intentando que pueda abrirse a la opción de empezar un tratamiento.
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